La resistencia al cambio.
Como hemos visto en entradas anteriores, la burocracia como forma de organización tiene ventajas, sin embargo, es muy fácil que sus ventajas se conviertan en graves obstáculos para el logro de los objetivos de una empresa o institución.
Estas fallas burocráticas reciben el nombre de "disfunciones", las primeras dos que hemos comentado son:
Esta disfunción se manifiesta en que los reglamentos se vuelven más importantes que los objetivos de la organización. Una frase que pone de relieve esta pérdida de objetivos es:
"Si no se van a cumplir, ¿para qué tenemos reglamentos?"
Uno puede pensar que esta pregunta se hace como broma, pero no es así, la burocracia pierde de vista que los reglamentos se hicieron para el logro de los objetivos. Si los objetivos se cumplen, los reglamentos no tienen ninguna importancia.
No es necesario explicar mucho esta disfunción, es de sobra conocida; "entregue estos documentos en un original y veinte copias".
Cuando un simple correo electrónico puede servir para comunicar cierta información, el burócrata no lo considera así, requiere un documento impreso, firmado (preferentemente con varias firmas), sellado (de preferencia con varios sellos de diferentes colores).
3. Resistencia al cambio.
Las prácticas rutinarias y repetitivas dan seguridad a la burocracia, cualquier intento de cambiar, es visto por el burócrata como una amenaza, por ello, se vuelve un obstáculo para cualquier cambio.
Aunque la resistencia al cambio es necesaria para garantizar cierta estabilidad de las organizaciones sociales, en el burócrata, esta resistencia alcanza niveles irracionales que perjudican el avance de cualquier institución, es una resistencia al cambio que proviene del miedo.